lunes, 16 de julio de 2012

El 'matiz español' en los inicios del jazz


(Lista de Spotify  recomendada para la lectura: Spanish Tinge)
"If you can't manage to put tinges of Spanish  in your tunes, you will never be able to get the right seasoning, I call it, for jazz". Jelly Roll Morton.

[Si no consigues poner aderezos españoles en las melodías, nunca tendrás lo que yo llamo el aliño adecuado para el jazz]
A Jelly Roll Morton nunca hay que tomárselo del todo en serio. Un fanfarrón como él, que aseguró ser el 'inventor del jazz', siempre se guarda un as en la manga. No obstante, tampoco conviene desdeñar a la ligera sus afirmaciones. En 1938, confesó a Alan Lomax que el elemento que servía para separar el jazz del ragtime era el 'matiz español' (Spanish tinge), una de las supuestas características del primer jazz de Nueva Orleans. Como si de una ensalada se tratase, los ingredientes principales del jazz -ragtime y blues- no tendrían sabor sin el consabido aliño español. Pero, ¿a qué se refería exactamente Morton con ese matiz?, ¿tenía que ver con la música española propiamente dicha o era más bien un rasgo musical proveniente de los países de habla hispana? ¿Qué papel jugó 'lo latino' en la aparición del primer jazz? Vamos a intentar ofrecer un resumen de todas las posturas que establecen una importancia directa de ese 'Spanish tinge' en el surgimiento del jazz.

Para el etnomusicólogo Ernest Borneman el jazz americano se desarrolló a partir de la música criolla de Nueva Orleans (de franceses y españoles), la cual a su vez era una música latinoamericana que había surgido de una mezcla de influjos africanos y españoles en las Indias Occidentales y en las islas del Caribe. Para él, el único jazz verdadero es el de esa influencia española o latinoamericana. Mientras que la música anglosajona solo mostraba similitudes armónicas con la africana, la de los españoles y franceses desplegaba semejanzas en el manejo del ritmo y del timbre. 

En primer lugar un pequeño apunte histórico. No debemos olvidar que la ciudad de Nueva Orleans, aunque fundada por los franceses en 1718, estuvo bajo dominio español desde 1765 hasta 1801. Cuentan las crónicas de la época que la administración española fue más eficaz que la francesa. Se construyeron diques de contención, obras portuarias y canales. España también dotó a la ciudad de alumbrado de gas, policía municipal, prensa diaria y otros servicios públicos. Por lo tanto existe un legado español evidente que aún hoy es visible en la ciudad.