sábado, 16 de noviembre de 2013

Expediente Armstrong: El caso ‘Little Rock’ y los archivos ocultos del FBI


My only sin is in my skin”, ‘Black and blue’.

((NOTA: Recupero este artículo antiguo publicado en julio de 2012 en Cuadernos de Jazz después de una investigación que me sugirió su difunto director Raul Mao al que estaré siempre agradecido. Hay muchos más artículos en esta línea de Cuadernos de Jazz y otros medios que iré recuperando para compartirlo con los lectores del blog.))

La década de los 50 trajo a Louis Armstrong una merecida reputación. Más que la fama —que nunca buscó— lo que le interesaba principalmente era el cariño del público. Durante los años anteriores, la carrera de Pops (apodo cariñoso) había ido aumentando en notoriedad. En los años 30 y 40 era habitual verle colaborar con las grandes estrellas del jazz del momento, realizando multitudinarias giras por Europa o participando en películas de Hollywood.

Los lectores de la revista Down Beat le eligieron en 1952 como “la figura musical más importante de todos los tiempos” por delante de Duke Ellington, Glenn Miller o incluso Bach. En plena escalada de popularidad, cuando ya había demostrado todo lo que tenía que demostrar desde un punto de vista musical e innovador, Louis se vio envuelto en un asunto turbio relacionado con unos sucesos raciales, en el conocido como ‘caso Little Rock’.

En 1954 la Corte Suprema estadounidense prohibió la segregación racial en las escuelas; negros y blancos deberían convivir pacíficamente en las aulas por imperativo legal. Pero en Little Rock, Arkansas, no lo entendieron así. El gobernador Orville Faubus quiso mantener las escuelas blancas. En un instituto, una muchedumbre blanca recibió a padres y niños negros entre gritos, insultos y escupitajos. El suceso fue muy comentado en todo el país y acaparó la atención de los medios de comunicación.

 Por aquel entonces, Armstrong se encontraba de gira por el oeste y siguió todos los acontecimientos por televisión. El 18 de septiembre de 1957 el conflicto alcanzó su cota máxima. Nueve alumnos negros se encerraron en aquel instituto como protesta. Armstrong estaba en Grand Forks, Dakota del Norte, preparándose para un concierto, y debido a la tensión del momento hizo unas declaraciones incendiarias sobre el gobierno de Eisenhower a un periodista local. Reprochó al presidente su “falta de agallas” y el hecho de tener “dos caras”. “Por la manera en la que están tratando a mi gente en el sur, el gobierno puede irse al carajo”, exclamó. El propio director del periódico local le llamó para confirmar las declaraciones antes de publicarlas. Armstrong las ratificó.

Críticas y conciertos cancelados

Al día siguiente sus palabras trascendieron el ámbito local y llegaron a todo el país. Down Beat dijo que “ese estallido verbal había resonado en todo el mundo”. A Armstrong le cayó un aluvión de críticas de todas partes. Colegas de profesión como Sammy Davis Jr. llegaron a asegurar que “no se puede expresar una opinión sobre temas como la discriminación y la integración y luego presentarse frente a audiencias segregacionistas”.

Sin embargo, a la semana siguiente el presidente Eisenhower envió las tropas federales a Little Rock para forzar la integración. Esto fue interpretado como una victoria por parte de la población negra y por el propio Armstrong que en cierto modo veía como sus palabras habían acelerado una intervención gubernamental.

No obstante, la dinámica de exabruptos hacia Armstrong no paró. El New York Herald Tribune publicaba que el trompetista había decidido cancelar una gira por la Unión Soviética patrocinada por el gobierno y en la que iba en calidad de embajador cultural de los Estados Unidos. Este hecho no hizo sino complicar más las cosas, ya que le valió los reproches de los sectores más conservadores al acusarlo de colaboracionista con la propaganda rusa. Poco después la Universidad de Arkansas cancelaba otro concierto que tenía programado con él.

El FBI vigila

Y en este clima alterado, agentes del FBI monitorizaron minuciosamente todas las acciones del músico desde los primeros coletazos del caso Little Rock: de artículos de prensa hasta cartas anónimas enviadas por ciudadanos de a pie. De hecho, según recoge Jazz Times, era relativamente habitual que los servicios de inteligencia estadounidenses siguieran la pista de músicos de jazz para controlar todos sus movimientos y asegurarse de que no incurrían en prácticas peligrosas, sobre todo teniendo en cuenta el contexto de la Guerra Fría. Duke Ellington, Nat King Cole, Charles Mingus o Max Roach tuvieron el dudoso honor de ser custodiados por los agentes federales.

En lo que respecta a Louis Armstrong, estos informes reflejan desde acciones mundanas —una persona que tenía su número de teléfono—, conexiones con la causa negra —un ciudadano notifica que ha recibido una carta de la Asociación de Actores Negros, firmada por Armstrong como vicepresidente—, hasta cuestiones más peligrosas. Por ejemplo, se recoge como en 1957 en Knoxville, Tennesse, alguien hace explotar dinamita cerca de donde estaba actuando Satchmo.

También hay experiencias de tinte político. El 21 de septiembre de 1957 otro ciudadano asegura que Louis Armstrong es comunista, al igual que otros conocidos músicos negros, y solicita a los Servicios Federales que le retiren el pasaporte. La cancelación de la gira por la URSS generó, a su vez, un buen número de documentos.

Estos cables eran totalmente confidenciales y para uso exclusivo del gobierno de los Estados Unidos. En ellos aparece referenciado el nombre de Louis Armstrong, pero también Satchmo, el apodo con el que era conocido popularmente. Igualmente recogían documentos oficiales de la Casa Blanca, invitaciones a eventos y hojas de registro de hotel. Se informaba pormenorizadamente de todos sus movimientos.

Embajador del jazz

A pesar de estas investigaciones y de los sucesos de Little Rock, el Departamento de Estado, a partir de 1960, siguió contando con él como embajador de buena voluntad debido a la entusiasta respuesta del público y a la creciente demanda de jazz en todo el mundo. Esas giras, especialmente cuando actuaba en África, coparon las portadas de la prensa y era bastante común ver a Armstrong fotografiado con funcionarios africanos vestidos de manera exótica.

Los incidentes raciales no parecieron pasarle factura en lo relacionado con su popularidad. Armstrong siguió hablando de temas raciales aunque tuvo que enfrentarse a una paradójica realidad: su público mayoritario, el que compraba sus discos e iba a sus conciertos, era blanco. De hecho, en 1959 declaró a una revista negra que no tenía intención de volver a tocar en Nueva Orleans, ya que los blancos de su ciudad natal no le aceptaban.

Según apunta James Lincoln Collier en su biografía sobre el trompetista, Armstrong no fue un hombre elaborado desde el punto de vista político. Aun así no era tan ingenuo como para obviar que en cierto modo el Departamento de Estado le estaba utilizando para ocultar un sistema racial que él mismo desaprobaba.




Bibliografía:

- ‘Louis Armstrong: an American Genius’. James Lincoln Collier. 1983. Javier Vergara Editor (ed. 1987).
- ‘Louis Armstrong cancels trip to Rusia’. 1957. History.com
- ‘Jazz and the FBI: Guilty Until Proven Innocent’. Jazztimes. Andrew W. Lehren. 2009.
- Federal Bureau of Investigation. Fuente: www.negroartist.com

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